viernes, 23 de marzo de 2012

Para las madres adoptivas amamantan sus hijos




La madre adoptiva, o madre del corazón también tiene derecho de amamantar a sus hijos, y la naturaleza nos da la posibilidad de lograr este “milagro” de producir leche aún sin haber pasado por un embarazo, que fisiológicamente prepara a las mamás para amamantar.

Nuestra experiencia de ser padres comenzó cuando nos dimos cuenta que el tiempo pasaba y yo no quedaba embarazada. Pasaron más de cinco años de matrimonio cuando decidimos comenzar con los tratamientos de inseminación artificial que no dieron resultado.

Entonces llegó la decisión de adoptar para ser padres. Yo estaba segura, no así mi esposo que tardó más en decidirse, luego que lo han hecho unos amigos que pasaron incluso por la fertilización in vitro y el gift sin resultado.

Un 6 de noviembre llegó Matías, que pesó 3.300 gs. al nacer. Era hermoso y aparentemente sano. Cuando llegó, nuestro hogar cambió por completo. No había nada para un bebé porque vino “de sorpresa”. Pero ese mismo día llegaron de visita todos los amigos con un sinfín de cosas útiles: cuna, bañera, ropas de verano y de invierno, pañales, bolso. Y llegó mi suegra con las ropas que había usado mi marido Ricardo cuando era bebé y que ella las había guardado con esmero para dárselas al nieto a su llegada.

Pero la felicidad duró un solo día. Cuando desperté al día siguiente, noté que Matías no respiraba bien y decidí auscultarlo. Entonces me di cuenta que tenía un soplo importante en su corazón y el hígado aumentado de tamaño. Lo tomé en brazos muy angustiada y fui al hospital donde confirmaron que tenía cardiopatía compleja y nos aconsejaron viajar a Buenos Aires para que sea asistido en el Hospital  Garrahan. Sin demora tomamos el vuelo. En seguida lo recibieron, lo examinaron, y realizaron los estudios necesarios... Pero no había nada por hacer. Regresamos. Lo bautizamos. Y el 10 de noviembre falleció.

Vino luego un período de duelo, y para Ricardo la dificultad para animarse de nuevo.


Nos quedamos en la lista hasta que nos avisaron que llegó Vanessa. Era tan hermosa y blanca como Blancanieves. A las 38 semanas pesaba 3.220 gs. y ese mismo día fue a casa. Siempre fue sanita, gracias a Dios. Desde su primer día comenzamos con la experiencia del amamantamiento, lo que nos hizo vincularnos estrechamente y a mí, como mamá adoptiva me regaló la posibilidad de sentirme “más madre” por decirlo de alguna manera. Siempre usé el relactador, que lo armaba mi esposo mientras ella succionaba el pecho. Cuando el biberón estaba listo la muy viva esperaba y ayudaba a que le coloque la sonda dentro de su boquita y arriba de la lengua, entonces succionaba en forma vigorosa y en 10 o 15 minutos se tomaba toda la leche.

Durante los tres primeros meses, cada vez que estaba despierta quería prenderse al pecho aún cuando no tenía hambre. Bastaba que la tome en brazos, para que ella, instintivamente busque el pecho.

Hacia los tres meses comencé a trabajar, y a cubrir guardias, y ella conoció la mamadera... Y un buen día, entre el tercer y cuarto mes no quiso más la teta. Fue breve pero creo que los tres (lo incluyo a mi marido, que día y noche me ayudó sin chistar a preparar el relactador), hemos disfrutado de nuestra lactancia.

Ahora Vanessa tiene 3 años y siete meses; pesa 17 kgs y se ve radiante.


La historia no termina aquí, porque al año y tres meses luego de la llegada de la niña nos volvimos a “animar” con Joaquín. El nació prematuro, pero grande, con 2.600 gs. a las 34 semanas. Los dos días que estuvo en el Hospital se alimentó con biberón. Luego nos otorgaron la guarda.

Desde que llegó a casa se negó rotundamente a succionar, hasta que seis horas después llamé a su pediatra y le dije que le pondría una sonda para asegurarle la alimentación. Así lo hice, y también lo prendía al pecho.

Tardó tres semanas en decidirse a succionar, para entonces yo tenía bastante leche, y no conseguía que el acepte el relactador, de modo que amamantó y luego tomaba el biberón. Con Joaquín tuve más leche. Incluso llegué a sacarme con el extractor. Nuestra lactancia duró un mes más que con Vanessa. No fue un ejemplo ni es el tiempo, ni quizás la forma ideal, pero se puede.

Ninguno de mis chicos usó chupete aunque recibieron como media docena de regalo, ya que en el tiempo en que la succión es necesaria ellos tuvieron siempre disponible la teta. Y antes de cumplir dos años ambos han dejado la mamadera.

Mi mensaje final para las parejas que no pueden ser padres biológicos es que la adopción nos brinda esta posibilidad de ser padres del corazón, y la lactancia nos da ese acercamiento necesario para crear un vínculo más estrecho ...

 Myrian Liliana Da Silva de Anker Nielsen.

 P/D: Muy reciente es la experiencia de Irma, cuyo niño ya tiene 1 año. Yo lo vi a los 10 meses y seguía amamantando. Desde el día que nació usó relactador, ella no trabaja afuera, y si lo hace puede salir con el nene.  A los 15 días tenía mucha leche, incluso hubieron días en que necesitó poco complemento, no más de 2 veces al día y el resto era pura teta. Su marido todo el tiempo se sintió maravillado y orgulloso de su mujer ya que nunca había escuchado ni creía que eso era posible, y cuando fue una realidad se volvió “fanático” del relactador. El considera que sería bueno enseñarle a prepararlo a toda madre que cree que no le alcanza la leche, si va a usar complemento, de manera que al no confundir la succión la lactancia materna continúa por mayor tiempo. Esta es la historia de Federico que al año y nueve meses sigue amamantado.

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